Hace 7 años, una protesta en Holanda obligó a los bancos a revelar sus colocaciones por una serie de proyectos contaminantes. Hoy, desde el extranjero exigen a la banca local a tener políticas de sustentabilidad, condicionando el financiamiento de sus líneas. ¿Filantropía? Nada de eso, parte central del modelo de negocio.
Do you know what is ABN Amro doing with your money?” Fue una de las tantas leyendas que se hicieron en la campaña contra la entidad financiera holandesa, a propósito de un crédito a Freeport, gigante minero con base en EEUU y que producto de los residuos contaminantes que estaba generando una planta en Nueva Guinea, despertó el rechazo de la comunidad no sólo en Amsterdam, sino también en Nueva York, pues Citi también era uno de los financistas. Dos años después, en 2000, distintas ONG llamaron a los bancos holandeses a revelar sus vínculos con petroleras en Indonesia, dada la deforestación que se estaba generando en la zona, situación que derivó en que bancos como Rabobank destacara su no participación en proyectos “escandalosos” a través de distintos informes.
Hoy, 12 años después, el sistema financiero en el mundo es muy distinto, con manuales de políticas crediticias que evalúan el impacto del proyecto a financiar en el medio. Es que el mundo cambió, o está en eso al menos. En la actualidad la sociedad es capaz de paralizar proyectos, y las empresas han tomado nota de ello.
Y no sólo en el área financiera, en España, China, Francia, Holanda, Australia y Suecia todas las compañías estatales tienen la obligación de generar un reporte de sustentabilidad. En un grupo grande de países europeos las regulaciones requieren que los fondos de pensión muestren si realizan o no inversiones socio-ambientales; en EEUU administradoras como Calphers (del sistema californiano de fondos de pensión) lo hacen voluntariamente.
Un fenómeno global que de a poco está penetrando en el mercado chileno. Aunque aún es incipiente, de a poco los bancos se están poniendo al día, en parte, porque así lo exige la industria en el mundo. ¿Cómo así? El año pasado, cuando la filial chilena de Banco Itaú solicitó una línea de financiamiento al alemán DEG -fondo de inversión que otorga préstamos a la banca-, éste pidió dentro de la operación que la entidad tenga una política de sustentabilidad en tres años, aspecto sobre el cual ya está trabajando y que en medio de su implementación, entidades subsidiarias del Banco Mundial le exigieron lo mismo, también en el marco de una operación crediticia.
Así es como están las cosas hoy día. Pues, “nada es filantropía. Los bancos se financian con otras líneas y esto avanzará en la medida de que los criterios de sustentabilidad sean exigibles”, dice Víctor Toledo, ex presidente de EFE y socio fundador de la consultora Abaco (ver entrevista en pág. 6), quien con una amplia trayectoria en el mundo financiero cree que en Chile se ha avanzado, pero lento.
PANORAMA MUNDIAL
La creciente preocupación por lo que hacían los bancos con el dinero de sus distintos depositarios motivó a que compañías de todo el mundo se suscribieran a los Principios del Ecuador (ver recuadro). Con la adhesión de 78 bancos en el orbe, existe el compromiso de no otorgar préstamos si el cliente no cumple con sus respectivas políticas sociales y ambientales. Y 12 entidades latinoamericanas han tomado estos acuerdos al pie de la letra, principalmente en Brasil.
Allá este concepto se ha venido impulsando desde el propio Estado, con políticas como la Ley de Residuos Sólidos (de 2010), que obliga a todas las industrias a hacerse cargo de la “basura” que genera, obligando, por ejemplo, a compañías telefónicas a hacerse responsables del destino que hagan los clientes de sus celulares.
En el mundo financiero, entre los principales referentes está justamente Itaú, elegido como el banco más sustentable del mundo en los últimos tres años por Financial Times. Denisse Hills, una profesional que durante más de 10 años se desempeñó en el área de finanzas corporativas, está en la cabeza del área.
Hills reconoce que venía “desde el otro lado del negocio” y que en un principio era escéptica respecto de la implementación de asuntos como la sustentabilidad en el mundo financiero. Sin embargo, a su juicio, el riesgo asociado es importante. “El accidente de British Petroleum con una plataforma en el Golfo de México, cuando se cayeron 2,2 millones de barriles en el mar, repercutió en una caída de 53,79% en sus acciones”, explica. Otro ejemplo que cita Hills es el Dow Jones Sustainability, indicador de menor exposición al riesgo pero no necesariamente de bajos retornos. En 2009, escaló un 32% mientras que el Dow Jones Industriales lo hizo un 18%, y el año pasado por encima del 12% versus un 7,26%.
La firma es parte de este índice desde su creación, en 1999. Pues tiene una política de sustentabilidad robusta, que opera para créditos por sobre los $5 millones de reales (US$2,5 millones).
En 2011, 3.520 empresas fueron evaluadas bajo estos criterios y el 50% de los activos de sus inversiones en renta variable se hicieron previo a un estudio de sustentabilidad. La meta de Itaú, para este año, es alcanzar el 80%.
CHILE EN ESTE CONTEXTO
Con la Ley 20.417, que creó el Ministerio, el servicio de evaluación ambiental y la Superintendencia del Medio Ambiente, distintas empresas han avanzado hacia una gestión constante de su impacto en el medio.
En el negocio financiero sólo un banco, Corpbanca, ha suscrito los Principios del Ecuador, en 2007.
“Los ciudadanos de hoy no nos perdonarían que los beneficios sólo se circunscribieran a una mayor rentabilidad para nuestros accionistas”, explica la firma, reconociendo que la sustentabilidad “es un concepto que aún es incipiente en la industria”.
Esto mismo lo respalda el superintendente de Bancos e Instituciones Financieras, Raphael Bergoeing, quien reconoce la ausencia de una institucionalidad al respecto. “No tenemos un trabajo desarrollado ni tampoco una normativa al respecto. Ahora, no me extraña que se avance en esta dirección, así como se ha avanzado en el consumo”.
Para ello, distintas consultoras han estado ayudando en la implementación de políticas. Deloitte es una de las de mayor antigüedad al respecto. Su gerente de sustentabilidad, Mario Nunes, no ve que antes de 2020 exista un avance similar al que existe en Brasil, por ejemplo. “En Chile no existe una política de sustentabilidad que defina criterios respecto de créditos, salvo los Principios del Ecuador”, afirma. No obstante, aclara que de todos modos se ha progresado, generalmente en el plano interno. En BBVA, por ejemplo.
Con dicho banco vienen trabajando por 5 años, verificando sus reportes asociados al tema. La firma se fijó como meta para 2012 reducir en un 20% de CO2 por empleado, bajar un 10% el papel, un 7% el consumo de agua y un 2% la electricidad.
Otros bancos también han avanzado a nivel de productos. Bci lanzó el Plan de Cuenta Corriente y Tarjeta de Crédito Carbono Neutral, que permite a los clientes medir, reducir y neutralizar sus emisiones CO2 equivalentes que producen los gases de efecto invernadero. Para Paola Alvano, gerente de comunicaciones y RSE de Bci, explica que entre las principales acciones del banco “destacan la integración de criterios de sustentabilidad a la evaluación de proyectos, la estrategia de Valor Compartido, el desarrollo de cursos y clínicas de educación financiera, políticas y procesos de pago en siete días a proveedores, un reforzamiento permanente a las acciones que favorecen las conductas éticas al interior de la organización y la preocupación permanente por mejorar la calidad de vida de los colaboradores”.
En Santander también existe preocupación. A nivel mundial ha suscrito el Pacto Global, herramienta impulsada por la ONU que busca conciliar los intereses de las empresas con los valores y demandas de la sociedad; además de los Principios del Ecuador, lo que también tiene a su matriz dentro del Dow Jones Sustainability, “lo que ya implica un compromiso relevante a nivel corporativo”, explica Elke Schwarz, gerente división comunicaciones corporativas y RSE del banco en el país.
CHILE, ANFITRIÓN PARA LOS PRINCIPIOS DEL ECUADOR
La menor representación de la banca chilena en los Principios del Ecuador ha hecho que distintos organismos busquen difundir este programa en el país.
De este modo es como se espera que para el segundo semestre de este año, Chile sea sede del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el cual ya fue lanzado en Colombia.
Para esta instancia, distintos bancos locales e internacionales visitarán el país para abordar el fenómeno, pues dicho programa incluye intercambios de experiencias y capacitación de bancos locales para la aplicación de los Principios del Ecuador.
Principios del Ecuador, una preocupación más allá de lo ambiental
Gestado en 2003 por 10 bancos de 7 países, los Principios del Ecuador buscan crear un marco de gestión de riesgo de crédito para determinar, evaluar y gestionar las amenazas ambientales y sociales en operaciones que requieren financiamiento por parte de la banca.
Hoy, con la suscripción de 78 bancos de 32 países distintos, estos principios se aplican en proyectos con un volumen de capital superior a los US$10 millones. En general, se utilizan para financiar el desarrollo y la construcción de grandes infraestructuras y proyectos industriales.
La iniciaitiva, sin embargo, no sólo abarca la preocupación por los efectos del negocio financiero en el medio ambiente, sino en distintos ámbitos sociales y en asuntos éticos.
En total, son 8 los tópicos sobre los que distintos bancos del mundo -12 latinoamericanos- deben emitir reportes.
Estos son: evaluación y gestión de riesgos ambientales, sociales e impactos; trabajo y condiciones laborales; eficiencia de recursos y prevención de contaminación; comunidad, salud y seguridad; adquisición de tierras y reasentamiento involuntario; conservación de la biodiversidad y manejo sustentable de recursos naturales; pueblos indígenas; y patrimonio cultural.
Fuente/ Pulso